jueves, 6 de abril de 2017

Narciso y Eco: la flor y la voz

El dios del río Cefiso y la ninfa Liríope tuvieron un hijo al que pusieron el nombre de Narciso. Cuando nació, consultaron al adivino Tiresias sobre el futuro de su retoño, el cual les anunció que tendría una larga vida si evitaba contemplarse a sí mismo. Para prevenir que el niño viera su imagen en las aguas del Cefiso, sus padres decidieron separarse y Narciso se fue a vivir con su madre en un paraje lejos del río.

Narciso creció y se convirtió en un joven muy hermoso. Muchas doncellas se enamoraron de él apasionadamente, pero Narciso rechazaba su amor. Una de ellas fue la ninfa Eco, quien corrió la misma suerte. La joven no pudo resistir verse rechazada, pues tanta era la pasión que sentía por el joven. La desesperación le llevó a Eco a recluirse en las montañas, lejos de todo contacto con el mundo. La ninfa sólo pensaba en su amor y dejó de comer de forma que adelgazó tanto que quedó convertida en voz, capaz únicamente de repetir el final de las palabras que escuchaba.

Las jóvenes rechazadas, clamaron venganza a Némesis, quien hizo que, tras una cacería, Narciso sintiera sed y se acercara a una fuente para beber. Al inclinarse sobre el agua contempló su propio reflejo y quedó enamorado de él. Tal fue el amor que sintió por aquella imagen, que se olvidó de todo y se quedó contemplándolo hasta que pereció. En el lugar donde murió nació una flor a la que en su honor dieron el nombre de narciso.

Narciso era un joven excepcionalmente bello, pero su hermosura era sólo un reflejo. Todas las doncellas que lo contemplaban quedaban irremediablemente enamoradas, pero no de Narciso, sino de lo que él reflejaba, que no era sino la belleza ideal de ellas mismas. ¿Qué veían, entonces, las muchachas en el rostro de Narciso? No otra cosa que a ellas mismas sin ningún defecto, con una belleza ideal. Por eso no podían resistir ser rechazadas por Narciso, ya que lo eran, en el fondo, por la belleza a la que podían aspirar.

La ninfa Eco ejemplifica a la perfección la desesperación de quien no puede alcanzar lo que cree que debe ser su ideal. Eco ha sido rechazada, no puede verse reflejada en su ideal, por lo que se deja morir de hambre. Si sigue comiendo, si sigue viviendo, nunca llegará a la perfección. Ella sabe que lo que le impide llegar a esa belleza perfecta es su propia corporalidad, por eso, renuncia a su cuerpo y se queda con el reflejo que ha visto en Narciso. La única prueba de su existencia real es la voz que repite el final de las palabras que escucha. A Narciso le ocurre exactamente lo mismo, se enamora de su propio reflejo, del reflejo de su perfección, y queda paralizado y muere, convertido en flor.



  “Cuerpo” 
de Magda Piñeryo
  
 Hoy me desperté harta de la infamia
 de las cintas métricas
del gris y de la tristeza

 Y me pinté de preciosos colores,
te pinté de preciosos colores.

Hoy me levanté hermosa
Porque te abracé
Y abracé lo que soy
Porque elegí no vestir más muerte
Para vestirte de amor
Para vestirme de amor.

Lejos de cobardías y desprecios
De la roña ajena puesta sobre mí y sobre ti
De la pesadez de su mirada sobre vos
Sobre mí.

Me limpié su mugre
Te quité  su mugre
Y me puse alegre.

Hoy me sentí capaz
Y como siempre me obligaron a odiarte,

Hoy me obligué a amarme.
Y como siempre me obligaron a morir,

Hoy te obligué a vivir por sobre todas las cosas.
A renacer de las cenizas
No como ave fénix
Sino como gorda que despierta
Por fin
Del letargo.

Hoy tu suavidad,
Redondez y esponjosidad
Me robaron una sonrisa
Mientras me aferraba a tu firmeza.
Y prometí que nunca más derramaría una lágrima en tu nombre
(Cuerpo gordo )
Ni en mi nombre
(Magda )
Que es lo mismo
(gorda )

Prometí,
Aunque soy consciente
De que mañana al despertarme empezará
una nueva vieja guerra.
Y volveré a pelear contigo, querido amigo.
Desde ya:
Perdóname.


           
Del libro "STOP GORDOFOBIA y las panzas subversas"
http://stopgordofobia.com/


Cuento del libro "Cuéntame un mito" de Carlos Goñi.